2009/04/01

Audio Games

Le intento explicar a Skay y a Rocambole lo que me gusta llamar dramas musicales o audio games, una nueva vuelta de tuerca para denominar a las canciones. Leí no hace mucho que la filosofía no es otra cosa que la creación de nuevos conceptos, de allí me aferro, creo, para ser tan pertinaz con este tipo de explicaciones. Rocambole escucha con atención. Siempre ha sido un gran admirador de mis convicciones conceptuales. Desde aquellas noches en que me escuchaba disertar, estructurar y desestructurar conceptos que tenían que ver con el arte o la religión, el Mono es un gran acólito a mis monólogos explicativos. Se que goza e interviene en ellos para abrir más caminos, para saber, creo yo, hasta donde soy capaz de llegar. Detrás de Dios, que Dios? Fue por años nuestra contraseña favorita para guiarnos en la conversación, diciendo con ello, que eramos concientes del espacio de infinito devorador que teníamos por terreno de juego. Todavía nos sentimos presa de ese vertiginoso juego. Skay también escucha, más que nada para tratar de captar aspectos técnicos. Se que está algo confundido, por eso mi esfuerzo en demostrarle que los dramas musicales o audio games no son otra cosa que las canciones de siempre presentadas de otro modo. Nosotros somos los actores, digo, delante del gran collage del audio game. A Rocambole le centellean los ojos como si con esa luz nos diría que esta asimilando muchas cosas para su trabajo. Lo veo tragar saliva y creo que es el momento, tanto para mí como para él, de hacer un alto. Dejar las palabras que arrastran polvo por la garganta y bendecirla con un poco de wisky. Skay se mueve hacía la cocina con los ojos dilatados como si acabara de ver una película. Lo sigo porque no sabe donde está la botella de Chivas. Nos distendemos tragueando en lo que construimos como improvisado bar. Intento retomar de que modo el horizonte de secuenciadores encuadran con el bouzuki y como las chapas del triniti tendrán que ser el STAR! Del audio game. El Mono que ha entendido todo muy rápidamente me dice que no me gaste más en ciberexplicaciones que para algo somos viejos amigos, que deje toda la santabárbara de nuevos conceptos para la prensa. Accedo rápidamente a la ambientación cotidiana que produce con una negra carcajada.

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