2009/03/06

En Brasil con Breuer

Cantar en Brasil. Por un rato me intento relajar y sacar un poco de mi cabeza todo lo que suscita este país fabuloso, este extenso territorio cargado de sudores, de magia y también de hambre. Los estudios Be Bop de Sao Paulo no transmiten ninguna rusticidad afrolatina como alguno debiera suponer. Su arquitectura moderna, su aire acondicionado y su equipamiento técnico te hacen creer que estás dentro del estudio de grabación más cool del planeta, pero solo el hecho de estar en Brasil, me regresa a esos días locos de mi juventud. Siento palpitar el animal negro en todo mi cuerpo, siento todo el Atlántico sacudirse bajo una tormenta de humo de baciaos. Por suerte la excitación brazuca pronto se contiene, se cierran la grietas de mi humanidad por donde se colaba toda la fauna psicodélica de este y aquel Brasil que conocí hace ya tantos años. El Estudio tiene un excelente bar con enormes y mullidas alfombras negras que dan la sensación de estar caminando con ingravidez. Faltan pocas horas para que larguemos con la grabación. Busco a Mario Breuer en el bar, atravieso el largo trecho que me separa de la barra. En el medio del bar, sentados en una mesa tres negros me saludan con mucha efusividad. Son una banda de hard rock que acaban de grabar su disco. No creo que en realidad me conozcan seguro me confunden con alguien. Mario está tomando una cerveza, me sirve un vaso pero le digo que no, que antes de cantar me hincha el estómago. Le pido a la rubia de la barra medio Chivas con una botella de agua mineral. Le pregunto a Mario a que hora entramos a grabar y me dice que más o menos en dos horas. Le digo que averigüe bien el horario para ir acomodándome. Me gusta estar a pleno cuando voy a registrar algo que va a quedar para toda la vida. En realidad ya grabamos casi todo en los estudios El Pie en Bs As, pero tanto a Mario como a mí nos gustaría encontrar todavía más color en ciertas composiciones, extraer más matices para enriquecer un poco más las canciones sobre todo en temas como “Fanfarrias del Cabrio” y “Rock Yugular” que brindan constantes huecos donde seguir volcando un poco más de creatividad. Skay también debe revisar lo suyo. Mario va averiguar bien a que hora grabamos, me quedo solo en la barra, concentrado, intentando que todas las energías fluctúen por buena senda, encauzando los ritmos nerviosos, un especie de yoga guerrero. Me viene a la memoria Artaud, El teatro y su doble, El teatro balinés.

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