2009/02/04

Parque Patricios

Empecemos por el principio. Esta mañana todo el dispositivo redondo se puso en marcha. Llegaron los tipos que instalaron la pantalla gigante y los que terminaron de montar el escenario.
No bien decidimos con Skay la escala de sonido, dejamos todo en manos de Naru y nos fuimos a tomar un café a un viejo cafetín de la calle Amancio Alcorta. Pensamos que a las once de la mañana solo estarían en el café los parroquianos de siempre apurando su vermuth. Mientras Skay pedía dos cafés me entretuve mirando las fotos de la pared. Hacía rato que no veía mesas de fórmica y los ceniceros dorados de Cinzano. En la pared sobresalían tres cuadros grandes, uno del Huracán del 73, al lado una del loco Housemann solo y del otro lado una de Ringo Bonavena. El panteón quemero a pleno. Le conté a Skay, que no sabe nada de fútbol, cosas de René Housemann. Le conté cuando se le escapó al Flaco Menotti de una concentración tirándose por el balcón de un primer piso. Le conté cuando después del bautismo de un ahijado entró a jugar contra River en el Monumental totalmente en curda. A los diez minutos un pelotazo del inglés Babington lo dejó mano a mano con Fillol. Según René vio a dos Fillol cubriéndole el arco. Lo resolvió como solo un genio lo puede hacer. Pateó entre medio de los dos. Golazo y a vomitar. Skay me comentaba que supo tener una novia en Pompeya y que cruzaba todo Parque Patricios para ir a verla. Es conmovedor y a la vez un poco triste, la calidez barrial, el olor del bar y el aspecto de la gente, cierta serenidad opuesta al vértigo moderno de los boliches del centro.
Skay levanta su oído derecho en señal de atención y me mira serio. Tarde un rato en caer que me está tratando de indicar el sonido de unos cánticos que vienen de afuera...los redo´,los redó...cada vez más cerca. Con cierta paranoia pagamos el café y nos fuimos. Tememos que los pibes entren y armen quilombo al viejito del bar. Cuando los chicos nos descubren cruzando raudamente Amancio Alcorta corren detrás nuestro. Le digo a Skay que pare. Son como treinta. Venimos de Córdoba dicen agitados y felices. Quieren que le firmemos sus banderas.

Le pregunté a Poli que significaban eso corrales emplazados en cada uno de los corners de la cancha, me dijo que ahí iban a estar los de Cruz Roja asistiendo a los chicos, a los que se lastimaran, se desmayaran o lo que fuera. Miré la pantalla gigante y vi que el cámara enfocaba la batería de Walter. Se hacía de noche así que decidimos i a concentrar a camarines. Hacía tiempo que no estabamos tan nerviosos aunque en los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a un flujo de tensión muy alto con respecto a cuando tocábamos en Skylab por ejemplo cada vez se hacen más intensos en densidad los instantes previos al show. A Sergio le toma el síndrome del examen y se la pasa en el baño, Skay enmudece más de lo normal y anota una y otra vez la lista de temas. Así entretiene los nervios Skay. Sergio y Semilla camuflan su tensión con la limpieza de sus instrumentos. Semilla le pasa una franela infinita al bajo. Yo intenté varias de esas cosas en estas situaciones, leer : imposible; escuchar música : desconcentra; beber fernet : corres el riesgo de emborracharte y hacer un papelón sobre el escenario; hablar: también desconcentra y desgasta. Así que no hago nada, camino de un lado al otro palpando a flor de piel el nerviosismo y mirando el reloj hasta que se haga la hora. Skay me pregunta por última vez intentando de forma delicada tratando de que no la toquemos- Tocamos Espejismo ?
Se apagan las luces, el murmullo es total, miles y miles de voces para dar por resultado un bullicio estremecedor. Cuantas personas hay ahí afuera? Desde acá solo veo la platea colmada. Algunos están sentados pero la mayoría está parada arengando a que salgamos a escena. Se que ni bien comiencen los repiques del tambor y Skay suelte un acorde todo se acomodará. El cuerpo entra en acción y los nervios quedan atrás sepultados por el ímpetu de la actuación. ¿Qué sería de mí sin un escenario? Así como en aquel experimento en el cual interrumpían constantemente los sueños de una persona y esta inexorablemente enloquecía, creo que eso me sucedería si no lograra poder de vez en cuando, estar sobre un escenario. Es el escape vital de mi fuerza creadora, el campo de batalla de mi artesanía. Inspiro como un buceador que almacena oxígeno para arrojarse a las profundidades. “Un rock para el negro Atila”,... Quiero verte huir como un ladrón!!!...

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