2009/02/04

Dominicanas I

Un hotel de la cadena española Riu. El Riu Palace Macao. Las paredes encaladas de un amarillo profundo y los vidrios de las ventanas de las habitaciones restallando ante los poderosos rayos de sol me enceguecen un poco. Acudo de inmediato a las gafas que hasta el momento dormían en el bolsillo de mi camisa. Debería decir que el lugar es acogedor pero decirlo así suena a propaganda barata. El aire british del interior del lugar, cierta sobriedad, contrasta con la exuberancia del color local dándole algo de equilibrio. Me gusta. En el interior del lobby somos recibidos por dos negras enormes que se balancean al son de maracas y kalimbas sampleadas con discutible gusto trayendo sobre sus brazos bandejas con varias copas de la más pura vitamina R. Ron Brugal leo en la publicidad de la bandeja, el hielo molido hace transpirar el vidrio propagando cientos de gotitas de condensación. No llegué a posar el borde del vaso en mi boca que el olor del ron en plena labor magdalena de Proust me retrotrajo a una noche demencial en Cemento donde después de haber arrasado como cosacos sedientos con todo lo que había en la barra nos quedamos con Skay, Symns, Poli y Chabán a la suerte de dos botellas de ron Marequiare, todavía no se me ha borrado el barquito de la etiqueta, la nave de los locos de esa noche que nos llevaba a un enésimo naufragio. Estuve toda la tarde posterior vomitando bilis. Hago que sorbo un trago y vuelco el contenido en una maceta.
De entre toda la folletería turística con que nos han empapelado desde que bajamos del avión el lugar que más me ha llamado la atención, el que más me anima a iniciar alguno de los tours promocionados por el hotel es una playa alejada donde se avistan las ballenas gibosas. Veremos. Por el momento le he solicitado a la gente del hotel una mesa más alta y un sillón más mullido. Quiero estar cómodo para escribir. ¿Acaso no he venido a Dominicana para escribir la mayor parte de las letras del nuevo engendro? Necesito cortar con la inspiración de la barbarie urbana de Buenos Aires. Nuevos paisajes. Ver si lo que cuenta Nick Cave cuando se interna en el Matto Grosso es verdad. Desintoxicar la poesía. Parece una herejía ¿No? . Igual vamos a probar. Conociéndome de la manera en que me conozco se que las variantes serán mínimas.
En la playa hay muchos franceses, ingleses y alemanes. Me resisto a parecerme a Franz o a George el francés igualito a Brassens. No quiero sumergirme con el ridículo snorkel. Después de un rato de sol y de agua de mar buscamos sombra. Caminamos hacía los barcitos que están arriba, en homenaje a Kerouac, entramos en uno llamado Big Sur Café. Unos lugareños improvisan con sus instrumentos hasta que se deciden a tocar en serio. No pudimos no reírnos cuando el más viejo del grupo anunció con verdadera solemnidad mientras repiqueteaba el bongó con autentica pericia, que iban a tocar un merengue tradicional escrito en 1850 por el coronel Alfonseca intitulado “Huye Marcos Rojas que te coje la pelota”.

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