2009/02/04

Del Cielito, de regreso.

“Buenas noticias” y “Shopping Disco Zen” están listas. Doraditas y crujientes. Salimos a tomar aire al patio del Cielito con todos los chicos. Semilla se saca el pañuelo que lleva atado a la cabeza y sacude al sol su enmarañado cabello. Sergio y Walter comentan con fervor adolescente aspectos de la grabación. ¿Qué pensarán de nosotros? De Skay y de mí. Por momentos casi no hay distancias, nos movemos como un quinteto en todo su sentido, con códigos, sin convenciones, ni nada que se le parezca, pero poco a poco se van cerrando entre ellos como si los absorbiera una especie de respeto o jerarquías. No me gusta asumir el papel de jefe prefiero que me vean o que nos vean a Skay y a mí como dos tipos de otra época, dos freak o tipos raros que debido a los acontecimientos que se viven tienen o tendrían que encerrarse en un diálogo interno, ajeno a ellos. Skay me ha planteado en algún momento si cuando en los reportajes hacemos tanto hincapié en el famoso trío Skay-Poli-Indio no estábamos de algún modo apartándolos del centro de la escena. Nunca le contesté pero supongo que para Skay es obvia la respuesta. Así que Sergio que no sé por que sigue con el saxo en la mano y Walter se han sentado sobre el respaldar de unos de los bancos esperando que Semilla los acompañe. Skay me dice que “Buenas noticias” es la mejor letra que he escrito para este disco...prometidos de carne, lánguidos impalpable; canta para sí. Poli se nos acerca con seis latas de Heineken amarradas por un precinto plástico, una muy buena excusa para que los demás chicos se acerquen. Semilla comienza a operar un extraño método para tomar la cerveza, le pide a Poli una lapicera, agita la lata y luego le incrusta la lapicera en un costado y se lo lleva inmediatamente a la boca. Supongo que un shock helado, un chorro de considerable fuerza a impactado contra el paladar de Semilla que pone una cara de inmensa satisfacción mientras sus ojos enrojecen. Walter intenta lo mismo, nos vemos envuelto en un juego de chicos. Skay abre su lata de modo convencional antes de ser impulsado a participar, me apuro y lo mismo hago yo. Cuando Walter se acerca a la lata e intenta que el chorro de en su paladar su rostro se estremece y la cerveza comienza a brotarle por la nariz. No ha tenido la pericia Semilla para ubicar bien la lata. Semilla le golpea exageradamente la espalda para desahogarlo. Nos reímos un buen rato.

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