2009/08/21

Reportaje al Indio

Que hablo cada vez que pongo un huevo. Así le he dicho a los chicos que juegan a periodistas y escritores en los medios. Siempre me resultó una situación difícil el reportaje. Más allá de quien sea el entrevistador. Por lo general siempre han sido amigos. Kleiman, Rosso, Gloria, que se yo. Con ellos lo difícil era
acomodar los datos autobiográficos a la altura de las circunstancias musicales y esteticas que estaba atravesando en esos momentos. A ellos no les podía mentir. Ellos por lo general habían sido parte del viaje. Así que con estas personas la dificultad radicaba precisamente en ser coherente en los dichos con lo que ellos sabían, yo había vivido, y lo que yo había y/o estaba pensando.
Ahora me toca atravesar otra etapa con respecto a las notas y a los reportajes. Una etapa que comienza promediando la carrera de los Redondos, allí cuando, por dar un ejemplo, yo ya no podía salir a la calle y llevabamos diez mil personas por fin de semana a nuestros recitales. Ahí en esos años, se acabó lo que se daba con respecto a las entrevistas. Ya no era más sentarmos con Claudio en una de las mesas del Británico o en el café pegado al Parakultural. No. Las cosas ya habían cambiado y el ida y vuelta que lograbamos con los amigos mientras dabamos cuenta de varios wiskys y fernets, el intercambio natural y enriquecedor, que más tenía que ver con los diálogos platónicos que con un cuestionario habían terminado. El monstruo se devoró todo. No quedó nada de mis intimidades mentales expuestas por que sí, al libre arbitrio de mis amigos, los periodistas de rock.
Algunos de ellos como el mismísimo Claudio Kleiman me ha vuelto a entrevistar para esa si no me equivoco la subsidiaria de Les Inrrokuptibles francesa. Pero él, más que yo, se dio cuenta de que las cosas realmente habían cambiado. Su mirada era otra. Ahora acompañado de un pequeño ejercito de jóvenes cronistas, era el guía de las inquietudes de estos. El que conducía y hacía de interfaz conmigo. Mi aprecio por Claudio hizo que las cosas salieran más o menos bien. Pero la verdad que me daba por las bolas esa pequeña conferencia de prensa que estaba brindando en el living de mi casa. Sería muy hijo de puta de mi parte pensar que solo doy estas entrevistas para que estos pibes puedan vender su revistita. Pero también siento que es un poco así. Yo por suerte no necesito ningún tipo de promoción. No a esta altura. No después de saber que soy capaz de llevar un estadio como el de La Plata con la sola convocatoria que da mi persona. Así que me podría cagar tranquilamente en todas su publicaciones. Al respecto me gusta pensarme como un gentleman al que le es inevitable solo y nada más que por cortesía comunicar algunas de sus experiencias vitales y hacerles morder a los pibes que lo leen un poco del hilo del barrilete.
La metodología a emplear para estos casos ha sido tomada como introducción inevitable en cada una de las últimas notas que he publicado. Sabía que el hecho de citarlos en una estación de servicio y que uno de los míos los pase a buscar en una moderna camioneta los iba a dejar pensando en lo cada vez más extraño y enigmatico que está Solari. Ninguno de los chicos que vino dejo de entreveer esto como parte de una película. A mi me daba un poco de vergüenza decirle que no me gustaba que anden extravíados por los bosques de Parque Leloir golpeando las manos y preguntando si allí era lo del Indio. Preferí dejarlos creer que todo era una puesta en escena de un introvertido excentrico de la cultura rock. Que se le va hacer, las cosas salen como a las circunstancias le caben.
Para esta ocasión, para lo que van a ser los reportajes que darán la presentación al material de Porco Rex he urdido una estrategia un tanto burda pero que se que me sacará el peso de ponerme en la piel de filósofo del rock cada vez que los muchachos lleguen hasta la puerta de mi casa con la intención de entrevistarme. Me he puesto a escribir y a estudiar una especie de libreto con las ideas centrales del disco, con lo que voy a decir cada vez que me lo requieran. No quiero ponerme a zozobrar. Me pongo tenso y alargo las cuestiones hasta hacerlas interminables. Estoy en una etapa donde mi subjetividad se ha expandido hasta llegar a marearme. Aunque ojo también soy capaz de ser una máquina que repite lo mismo como un loro sin parecer dubitativo ni siquiera por un instante. De esta forma se que le voy a quitar riqueza y espontaneidad a cada una de las charlas pero también voy a presentar una suerte de fuerza concreta que tiene mucho que ver con la estampa del nuevo disco.

1 comentario:

Kordera dijo...

La verdad es que me gusta mucho este blog. Un saludo.