2009/08/21

Escapar del espíritu freak

Quiero escapar un poco del espíritu freak con que me dejé llevar en la concepción y desarrollo de El Tesoro de los Inocentes. Desempastar un poco las bujías de esa máquina infernal de sonidos. Darle más claridad a algunos de los instrumentos. Se que para lograrlo debería darle preeminencia a la guitarra volver todo un poco más a la tradición del viejo rock. Sin perder contundencia ni espesor lograr un disco de digestión más rápida. Siento que en El tesoro me fui de mambo con algunos condimentos. Hay canciones que quedaron demasiado picantes o demasiado saladas. Un buen gourmet debe ser ante todo alguien equilibrado en esa zona donde el paladar impone sus reglas. Toda saturación es freak. Así que me impuse para este disco menguar un poco esos excesos. Sobre todo por consideración a los chicos de la banda y al público que si bien se bancan como reyes los meandroso meadley en el living de su casa en el ipod o mientras estan tirados en la cama fumandose un ñoca, a la hora de escucharlos en vivo siento que sus cuerpos no saben bien como moverse. Les cuesta y no es para menos moverse al ritmo de Adieu Bye Bye o de Tomasito. Y eso termina conspirando contra el espiritu del show. Recién transpuesta más de la mitad del camino del periodo de composición de mi primer disco me di cuenta de esto, pero ya era difícil volver atrás. De allí surgió el Charro Chino. De sospechar la constipación de movimiento que conllevaba interiormente la placa. Lo mismo que le pasa a los pibes le pasa a los nuevos integrantes de la banda. En el Estadio Unico sentí como de algún modo los muchachos estaban atados a partituras exotericas. Muy pendientes de construir las capas de sonidos que exigía la canción como para liberarse y expandir toda la carga de adrenalina rockera que llevan adentro. Observé que sufrian. Sin vueltas sufrían.
Ahora estoy en un dilema, un nuevo dilema. A decir verdad yo sigo enamorado del pelaje de acero que obtuvieron los temas de la placa. El devenir trágico y operístico de casi todos los temas. La muerte y yo, Nike, Pabellón, Amnesia, casi todos llevan en la sangre la genética que mis obseciones le terminó por crear. Pero voy a aligerar la sangre voy a volverla más liquida y más rápida aunque se que esto le quitará tenor a la lírica. Ya no ambicionaré ser un Goehte del rock sino un simple y conmovedor poeta beat.

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