2009/07/08

Y los fundamentalistas del aire acondicionado

Podría decir que ya tengo listos la mayoría de los temas. Todas las composiciones de estos últimos años de soledad. Desde acá presiento el aliento salvaje de sus acordes, el empuje y la ansiedad que cargan en su piel para verse definitivamente dentro de una placa. Por el momento permanecen precintadas y congeladas en el útero de la tecnología digital.
La nueva banda no tendrá más trabajo que aprender a tocar lo que ya está cocinado. Si a alguno de los fundamentalistas se le ocurre alguna buena idea será tenida en cuenta, pero a decir verdad, repito, ya esta casi todo definido.
Busco que entren en clima para la grabación y para que finalmente podamos tocar en vivo.
Ya he tenido oportunidad de conocerlos aunque el hielo no se haya roto definitivamente entre nosotros. Algo comprensible. En tan poco tiempo y sobre todo a esta altura de mi vida, es imposible que se den grandes ligazones del espíritu. No existe ninguna experiencia vital previa que nos hermane ni nada de eso, pero bueno las cosas se han planteado así y todos entendemos bien de que hablamos cuando pronunciamos la palabra profesionalidad.
Siempre me gustó que un solista firme su trabajo con su nombre seguido del nombre de fantasía de la banda que lo acompaña, Tom Petty and de Heartbreacker, Nick Cave and the Bad Seed etc.
Para hacerles sentir a los chicos nuevos que son parte importante de la banda me decidí por un nombre de ecos millerianos: Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Ya se lo anticipé a Baltazar.
Es ineludible que los convoque. Ya es hora de plasmar con los instrumentos, con sonoridades viscerales lo que he predigitado en el in vitro de la dura high tech midi.
Estoy ansioso por escuchar la potencia que le puede dar Comotto a la intro de “El tesoro...”. Mi idea es que suene bien Petty, demoledoramente Petty. Quiero vencer por una vez las porfías silenciosas de Skay que, debo anotarlo, con enorme grandeza no podía dejar de imprimirle su sello personal a cada uno de los riffs, relegando a través de su fractal melódico, la bola de energía límpida de las big band americanas.

Con pelados

Me sentí muy cómodo entre los Bersuit. Hace un par de meses que Gustavo Cordera me viene llamando para concretar un asado con ellos en El Cielito Records.
Debo reconocer que siempre fui un tipo difícil para hacer migas con los demás muchachos pertenecientes al circuito del rock local. Lito Vitale, Luca, Fito cuantos más? Así que me costó la decisión de hacerme unas cuadras y llegarme al nuevo bunker de la Bersuit.
Hacía tiempo que no me encontraba dentro de un clima tan jovial y festivo. Si bien la escena del lugar era lo que me esperaba -los chicos arrimados a la parrilla con sus permanentes vasos en la mano, cagándose de risa y cruzando opiniones sobre la cocción de los chorizos- me invadió un clamor juvenil que le hizo muy bien a mis huesos. Como no podía ser de otra manera a los pocos minutos estaba rogando que bajen un poco el volumen de la música cordobesa de cuarteto que estaban escuchando. Por suerte con Cordera y el otro peladito nos retiramos un poco del centro del quilombo y nos fuimos a sentar cerca de la pileta mientras se terminaba de asar la carne. Lo primero que hice fue felicitarlos por la adquisición del estudio, siempre me gustó, les dije.
Cordera de entrecasa no es el pelado explosivo que salta de una punta a la otra del escenario. No transpira su pijama, no por ahora. Lo noto grave con la misma pesadez en el alma que conllevan todas las personas de hígado atrabiliario. Siento que de todos los modos posibles intenta ser excesivamente cortés conmigo. Por lo tanto trato de desestructurarlo de su posición dando muestras de ciertas jococidad. Subirá ríe de forma incomprensible ante mi salva de chascarrillos “sólo para rockers”. Por fin la charla entra en el cauce que todos queremos. De a poco nos vamos sacando las pieles de músicos exitosos, exculpándonos entre risas de “semejante pecado”. Es ridículo pero imprescindible. Tanto Cordera como yo nos cuidamos con la bebida, cada vez le echamos más soda al Martini, haciéndolo más y más acuoso. El otro peladito sin embargo carga a cada rato su vaso con el petróleo inteligente del Fernet Branca.
Si bien le llevo más de quince años a Gustavo su carrera de excesos hace que hablemos casi de igual a igual en esto de las averías y cuidados. Los dos somos conscientes de haber hecho capote en el rubro alcoholes, no especificamos, pero estamos de acuerdo que una vez que las bodegas interiores se rebalsan, hay que manejar las ansiedades y los desplazamientos del ser con otros placebos menos corrosivos.
Se ríe Cordera, su rostro poceado de bohemio alcohólico pero con el acelere de los noventa, es muy particular. Subirá escucha, ajeno, como si no estuviera el mismo a punto de involucrarse en el club de las aves cascoteadas. Es lógico que piense que aún le restan varios años.
Vienen los elogios para los Redondos. Primero Cordera revelándose fans de “Aquella solitaria vaca cubana” y después Subirá definiéndose como un admirador absoluto de Oktubre. Que disco, que disco, dice con verdadera exaltación de ensoñación tanguera.
Casi de rigor cito el tema de Cazuza y la Murguita del Sur y hablo de la riqueza literaria de las composiciones. Los pibes cerca de la parrilla gritan que quiere escuchar el Indio. Sin pensarlo les grito- Jaime Ross y enseguida se enciende la voz del uruguayo cantando Durazno y Convención. Caminamos por el parque aproximándonos al quincho. Les cuento varias anécdotas sobre la grabación de Bang Bang. Mientras hablo todavía me parece ver el rostro extraviado de Gustavo Gauvry tratando de interpretar lo que yo lo pedía en ese momento. Nos sentamos en la mesa y observé como algunos de los demás muchachos me miraban como a un ser, diría, ficcional. Alguien que no pertenece por entero a la realidad. Eso es lo que sentí. Me miraban dos o tres veces hasta que por fin al escuchar mi voz, al ver que ingería pan como cualquiera mientras espero el asado, cayeron en la cuenta de que soy de carne y hueso. Esto hace que me ponga más extrovertido, intento que se revelen lo más pronto posible mis rasgos más plenamente populares. Los azuzo con que no se les vaya la mano con el ají kitucho en el chimichurri, que el viejito se anda cuidando de los intestinos. Me separo un poco de Cordera y me arrimo al resto de los chicos. Juntos miramos y opinamos sobre la descomunal cantidad de CDs medio artesanales de murga uruguaya que tienen sobre la mesada contigua a la parrilla. Se sorprenden de que yo también sea un admirador de ese tipo de música. Buscan y ponen lo que ellos suponen que no conozco.
Alguno de los chicos me empiezan a pedir autógrafos para sus hermanos.
Me siento bien aunque un poco aturdido por el vocinglerío. Extraño a Bruno.

De covers y duetos

Los últimos encuentros con Calamaro y con Cordera & Cía., la libertad de ser solista y no depender exclusivamente de los Redondos han hecho que ciertas ambiciones musicales se agiganten o mejor dicho se diversifiquen.
Estos últimos encuentros musicales con un Andrés inspiradísimo, capaz de tocar la Marcha a Garibaldi, me han hecho creer en la posibilidad de armar un disco de versiones, de covers de clásicos del rocknroll.
La idea siempre me sedujo. Siempre rondó en mi cabeza un conjunto de rockitos que podría denominar la protohistoria del rock.
Cuando estabamos tocando un tema de Chuck Berry sentí que era el momento de plasmarlo. Uní mentalmente el tema de CH. Berry con Savoy de los Beatles, Paint in Black de los Stones y algunos de Mellecamps y Mayall y contemplé mi seleccionado de los mejor del rock.
A esto le agregaría temas de Hendrix, The Doors y Cream y de alguno más que salga bien.
Me animé a preguntarle a Andrés que le parecían estos temas cantados en castellano. Ver de que forma podían quedar cantados en español. Se que van a ser innumerables las dificultades.
Andrés me decía que el lo había intentado con J. B. Good y con algunos temas de Sinatra.
Por momentos siento un estado de gran extrañeza al verme embarcado en tales proyectos. Siento el aire renovado al estar alejado del arca de los Redondos, al ver vestirse innumerables posibilidades en mi imaginación, al tener un contacto tan fluido con otros músicos pero también siento que mis pasos resbalan en el aire como si lo que proyectara no tendría el peso para marcar una huella.
Por momentos creo que todo está bien pero el divorcio con Skay y Poli es duro. Intentaré no pensar mucho en ello, dejar de buscar explicaciones, creo, va a ser lo más saludable.
También me interesa la posibilidad de grabar alguna de las cosas que hicimos con los Bersuit. Emprolijar un poco esos rocanroles y murgas . Darle un sonido con la densidad justa. Esa sería la cuestión. Creo que el material que produjimos tanto con Cordera como con Calamaro es merecedor de que alguna vez sea registrado con más seriedad para que sea escuchado.

Masacre en el Pabellon 7mo.

Alguna vez las conservé como si fueran un tesoro. La Cerdos & Peces era un artículo de colección. Si no me equivoco entre los libros de pintura o dentro de ellos quedan fragmentos de algunos de los números. Los busco pero la nota que ando buscando no está. Habrá alguien a quien solicitarle la Cerdos que contiene la nota famosa del Doce firmando con su verdadero nombre, Edgardo Gaudini. La nota se llamaba La Masacre en el Pabellón Séptimo, la triste historia que llevo prendada en el cerebro desde hace años y que me llenan de dolor y odio cada vez que la recuerdo.
Ese inmenso bloque de dolor se esta trasformando en canción. Hace tiempo que en el taller de desguace de mi inspiración anda rondando el espíritu de Luis Canosa. Algo de él ya había sido plasmado en Toxi Taxi pero esta canción es más directa.
Sobre las bases de una viola con angustioso suspenso me logré plantar con mi perfil más crooner y basándome en el relato de Horacio, que desde aquellos aciagos días de fines de marzo del 78 me persiguen con sus imágenes del más asfixiante de los infiernos.
Quise ser fiel, casi textual a las palabras de Horacio. Utilizando una forma de escribir casi nueva para mí pero la más acorde para narrar lo inenarrable.
Me recuesto en el sillón tratando de recordar la nota del Doce. Intento rememorar los nombres de los otros pibes que estaban con Luis. El Francés y el Cebolla, seguro, locos realmente inofensivos metidos en el infierno de mierda de uno de los pabellones más densos de Caseros, purgando penas menores por tenencia de LSD.
El infierno daba a las calles Talcahuano y Nogoyá. Según Horacio la cosa empezó cuando el pasarela, un tipo nuevo apodado Kung Fu quiso apagarles la tele antes de tiempo. Alguien comenzó a quemar un colchón en señal de protesta y todo devino fuego e incendio.
Quiero que mi canción capte claramente ese absurdo, esas muertes increíblemente vanas, ese arrebatos de las libertades en los pabellones del estado.

Pa que bailen los muchachos

Declaré alguna vez que iba a seguir cantando hasta muy viejo, canturreando alguna canzonetta o algún tango junto a un piano. No se por que mientras fundía alguna de las piezas de “La piba de Blockbuster” vino a visitarme ese recuerdo del futuro. Tal vez porque sea el tema más relajado y menos impetuoso de la placa. El que menos exigencias pulmonares tiene a la hora de cantarlo. La voz se va arrastrándo dentro de la historia igual que una ánguila.
No me imagino muy bien el vivo de esta canción. Seguramente con la apoyatura vocal de las Blacanblues levantará vuelo.
Vi las caras de Comotto y Aramberri, las vi sorprendidas y presa de una oculta felicidad. Más en Hernán que en Baltazar. El Charro Chino les gustó mucho.
La primera vez que le tiré las pistas a Baltazar, me miró como preguntándome ¿qué es esto?.Esa impresión me hace pensar en que Charro Chino es el tema más extraño del disco. El lugar más dance al que he llegado. Escapado de una rave en las terrazas de un monoblock de Lugano, de un pacto demoníaco con los compases del baile, como un Tom Jones de Parque Leloir, le inyecté ritmo disco a la estructura de un viejo rocanrroll.
Me gusta mucho su elasticidad musical. Es muy refrescante. Me imagino un estadio entero bailando bajo una enorme bola de cristal.
Más allá del dance me gustan como quedaron ciertos fraseos de la letras que me remiten a cierta prehistoria de los Redondos a su época más dionisíaca y festiva., cuando éramos el variete más descabellado de varias millas a la redonda.

Fiebre en las gradas

Domingo. Como Dios descanso. Me desenchufo del laberinto de sonidos del Luzbola. Dejo toda la maquinaria descansar. Abandono mi cabeza para que se purgue un poco de los barruntos y graznidos de los midi y las guitarras.
Desde temprano preparo la platea donde me instalaré a disfrutar de la dispersión mentirosa del fútbol. La idea es hacer un largo break, llevarme cerca el minibar y perderme en el universo del verde césped.
Veo casi todos los partidos de forma casi viciosa desde hace algunos años aquí en Leloir.
Soy un abonado gustoso del codificado. Arranco con los partidos de Italia y España. Me gusta ver a Riquelme. Torero es un apodo perfecto para quien como él larga letales estocadas desde sus pies para penetrar el lomo de toro de las defensas rivales.
Siempre me gustó el fútbol mirarlo y jugarlo. Aunque ninguna de las dos cosas hayan sido constantes de mi vida ni mucho menos. Me gusta tanto ser el degustador exquisito de todas las jugadas que valen la pena, así también como el tifosi envenenado que se la agarra con el arbitro.
En el fútbol local soy un estudioso obsesivo de cánticos y banderas. Creo que esto no tiene su origen propio en mí sino que es una transferencia de las bandas. Como en los recitales, en las canchas también veo muchas banderas con referencia a los Redondos, muchísimas, en todas las categorías. Lo que no abunda demasiado son las canciones con nuestro sello solo algunas hinchadas como las de Atlanta o la de Alte. Brown se han animado con la melodía de la Bestia pop.
Me zambullo de lleno en el juego. Me gusta descubrir la disposición táctica de cada equipo. Me gusta aunque desluzca el juego ver como los equipos chicos se abroquelan desde el mediocampo hacía atrás tratando de contener los millones de dólares de los equipos grandes, preparándose para dar el zarpazo con algún delantero perdido y ganar el partido. Siempre hincho por los más débiles. También gozo mucho con algunas individualidades como la victriólica omnipotencia del mellizo Barros Schelotto, su suficiencia y su talento capaz de llevar a la victoria a Boca tanto con un golazo como discutiendo un lateral o fingiendo una falta.

Criar a Bruno

Bruno me mira con los ojos llenos de intriga. Le llama la atención que varios de los padres de sus compañeritos de jardín me vengan a saludar tan efusivamente. El sabe que su papá es cantante pero no que es uno de los tipos que protagonizó uno de los fenómenos socioculturales más grande del país. Sufro un poco por el hecho de que tenga un padre famoso, se que las cosas para la visión de un niño deben ser distintas, me gustaría obviar mi trascendencia cuando trato de “criar a Bruno”. Igualmente confío en la inteligencia de Bruno en su forma de desmenuzar las cosas para llegar al carozo del asunto.
Cuando me preguntó por qué el papá de Thiago me abrazó tan fuerte, no supe bien que contestarle. Me resulta cómico, raro no se como definirlo esto de que los papás y mamás de los compañeritos de Bruno tengas un promedio de treinta años y que la mitad sean fans de los Redondos.

Indio abstemio

Desde hace unos días que me ando probando con té frio y Amargo Serrano. Desde la seis de la tarde cuando la dipsomanía recrudece, cambio el wisky por sus placebos herbáceos.
Hace poco terminé con el pucho ahora voy por el vidrio. Si bien no vivía en un permanente pedo, los tres wiskilines que me recetaba por la tarde más las veces que me pasaba de largo hacían que mi cabeza despierte con cada vez más duras resacas. Dolorosos aturdimientos y un insoportable malhumor.
Así que tecito verde frío o un amargo con soda para calmar la ansiedad y apenas un culito de vino en las cenas. Las brechas que abre la edad hacen mella por todos lados. No es lo mismo la asimilación de un litro de wisky a los treinta que a los cincuenta largos.

Llenar estadios?

Me detengo en el vertiginoso diseño del Si de Clarín, sus exuberantes paratextos, su disposición cada vez más propicia a la imagen en detrimento de los textos. Por momentos esta nueva gráfica llega a marearme. Hace unos años bastaba con ir a la contratapa para ver la data de los recitales, ahora ya no se donde están, seguramente emboscados entre estas fotos y titulejos exageradamente subrayados.
Quiero fijarme donde toca Skay, quiero ver como es su progresión post redondos. Hasta ahora ha tocado en lugares chicos de 500 a 2000 personas. Mi manager dice que debería ir viendo lugares para tocar y que en los que ha tocado Skay ni se me ocurra.¿Es verdad que el Indio Solari puede llevar más de diez veces o veinte veces de publico que Skay Beilinson?
Si me dejo llevar por la más pura racionalidad, el cálculo de mi mente es que solo podría triplicar o cuadruplicar las cifras de Skay con lo cual el Luna Park estaría bien. Dos o tres Luna alcanzarían para saciar la sed de las huestes redonditas de verme en acción.
Torres me escucha con respeto y paciencia, pero su rostro me indica que no comparte para nada mis cálculos. No lo dice pero supongo que piensa que me estoy quedando corto. Le agrego más agua al wisky y me imagino un estadio, un estadio lleno, yendo a ver ¿exclusivamente a mí?.
Torres se va sin que quede nada claro ni definido, aunque también sabiendo que entendí que podríamos llegar a cometer un gran error tocando en un lugar que no albergue las ansias de los miles de pibes que quieran ver el retorno del viejo líder de los redondos.
Interiores voces de la ironía me dice que llame a Mora y Araujo o a Rosendo Fraga para ver cual es la imagen positiva del Indio.
¿ Y si Torres tendría razón y estaría para como alguna vez lo hice con Skay llenar dos o tres estadios?.

Entrecasa

Miro Luzbola. El ámbito místico según los periodistas del rock donde acorazado sobre los dispositivos digitales de las más contemporánea high tech vago como un psicobolche devenido en burgués maldito, despuntando el vicio de crear las más exótica pero paradójicamente las más populares canciones del rock local.
Por momentos me parece que no es demasiado alejada esa visión. Algo de templete posmoderno tiene el Luzbola. Lo que no me banco es la casilla rígida donde intentan encerrarme bajo el rubro lúnatico poeta de los márgenes de la sociedad. Me gustaría que me vean algún día atendiendo a mi pobre viejita o corriendo tras el enfant. Más de uno cambiaría para siempre el facilismo que tienen para ponerme esa puta etiqueta.

www.mundoredondo1.com

Cuanto tarda esta máquina en entra en la WEB. Será el mouse o será la conexión lo que impide que ingrese con mayor rapidez a esos sitios que los fans han dedicado pura y exclusivamente a difundir el mito de los redondos.
Busco en MIS FAVORITOS, mundoredondo1, creo que lo mejor y el que más ha perdurado. Sus responsables se hacen llamar Peto Y Rulo y no dejan un día sin actualizar la página.
Unos años atrás cuando comenzó la fiebre de Internet. Fueron varias las páginas dedicadas a la banda, los redonditos de abajo, el infierno está encantador y algunas más. Más o menos todas manejas la misma data, un apartado con la historia del grupo, otra con las letras, otra con la gráfica de los discos. Lo que más me sorprendió del material expuesto en estás páginas fue una serie de fotos que recopilan todos los grafittis de los barrios de Buenos Aires que hacen mención a los Redondos

Con Dawi

No se si Skay ha intentado convocar a sus recitales a alguno de los chicos, hablo de Walter, Semilla o Sergio. A mí me pareció una buena idea, una señal para que los chicos no crean que los Redondos están muertos como pretenden insinuar Poli y Skay cada vez que conceden unan nota. Cada vez me duelen más esas declaraciones cortantes tan ajenas a la esencia conciliatoria de Skay.
Así que lo llamé a Sergio Dawi. Se que de los tres es el que menos ofuscado se siente conmigo. De distinto modo que Semilla, Sergio ha sabido comprender la mecha que hizo detonar a la banda. Me conmovió su inmediata disposición a tocar conmigo en La Plata.
El sábado voy a anunciar que el domingo nos estará visitando un gran amigo. Se que la imaginación de las bandas se disparará enseguida pensando en Maradona o en Skay no sé, pero trinarán eufóricos al ver al entrañable Sergio soplando su saxo.

El pogo más grande del mundo

El pogo más grande del mundo. Uno de los instantes más conmovedores del rock mundial. Cuarenta mil, cincuenta mil jóvenes dando rienda suelta a esa danza tribal urbana nacida en pequeños pubs londinenses y que llevado a cabo por los redonditos tiene una estética única, mitad devocional mitad desaforada coreografía de la desmesura, aunque pensándolo bien me gusta pensarlo como comunión humana, chicos y chicas abrazados al oscuro pulso de una composición paranoide que ha falta de himnos verdaderos la erigen en oración panteísta y combativa de todos los desangelados del mundo.
El sábado en la Plata los relojes del Dpto. de meteorología cuando el pogo más grande del mundo se desataba como un huracán, vieron oscilar las agujas del sismógrafo.
Intensidad humana sacudiendo la corteza terrestre como un terremoto.

La noche del diez.

Me llamaron de la producción del programa que va ha protagonizar Diego Maradona. Se va a llamar “La Noche del Diez”. Me sorprendió el llamado. Primero habló uno de los productores, me invitaba a formar un coro de estrellas de rock junto a Vicentico, Lerner, Bahiano y Juanse para cantar la canción que el pibe Rodrigo compuso en su honor.
Me costaba tanto un si como un no. Mi aprecio por Diego es infinito, su fútbol, sus palabras, el gesto desafiante, su iconografía permanente de guapo de los potreros de Fiorito. Pero todavía ciertas conductas de clave religiosa siguen en mí.
Estuve a punto de aflojar cuando le pasaron el tubo a Claudia Maradona. Me decía que para Diego sería más que inolvidable que el Indio Solari esté en su programa.

La Huesos & Cía.

A veces las historias me asustan. “Esta es la más formidable experiencia que hemos tenido en nuestra vida. Todo comenzó cuando Jackie puso las cuatro entradas sobre la frazada de la cama de Maite. A todas nos dio una fuerte sensación el contraste del dibujo del Indio, sobre el fondo blanco del cubrecama con estampados de Tweety y el Gato Silvestre. Era como una visagra que dividía nuestras vidas. ¿Dejábamos de ser niñas a través de una furiosa incursión en el mar más apasionado del rock?.Jackie encendió un cigarrillo mientras yo me abrazaba de felicidad con la Huesos y con Pía. Maite mientras buscaba rápidamente un cenicero debajo de la cama no podía ocultar una profunda preocupación. Todas sabíamos que iba a ser una odisea que los viejos la dejen viajar a La Plata, a una cancha de fútbol!!!, a ver al Indio Solari!!!, No te preocupes Mai, le dijo Jackie con su insuperable voz gruesa que a todas nos trae paz, te vamos a raptar pero vos a La Plata venís. Maite se puso las pilas y abandonó su cara de preocupación. Para demostrarnos que era una chica osada y que no era una boludita a la que sus padres no dejaban ir a ningún lado, corrió hasta la pieza de ellos y se trajo una botella de lemonchelo y una copita. La Huesos ya se había adueñado de la compactera y hacía sonar el mejor “Tesoro de los Inocentes”, ese que te eriza la piel y que exitadas como estabamos con la noticia de las entradas, nos proporcionaba tal delirio en el cuerpo y en la mente, que no eramos más que un manojo de cosquilleos y taquicardias. “Si no hay amor que no haya nada en vos...”dictaba las Huesos con sus largos dedos cargados de anillos con calaveras y brillantes. No se por qué pero saber que ibamos a ir a ver al Indio nos había callado. Habíamos cesado de ser ese remolino de palabras y frasecitas piolas de moda que nos caracteriza, para convertirnos en cuatro soñadoras, en cuatro entes encantados pensando en como sería ver a los Redondos en vivo, bah al Indio solo, pero para nosotras que nunca vimos a los Redondos, ver al Indio es lo más parecido. Aparte el hermano de Jackie fue a ver a Skay y le dijo que nada que ver con las viejas fiestas ricoteras, que está bueno lo que hace pero nada que ver, nada que ver y eso que casi siempre toca JIJIJI dijo. Así que las cuatro tiradas sobre el cubrecamas de Twety nos estamos croqueteando con lo que será la gran fiesta del Estadio Unico de la Plata. Jackie me pasa la botella de lemonchelo que ya tomamos del pico, Maite busca ahora el poett antitabaco para matar un poco las nubes de marlboro que inundan su habitación. La Huesos se pone melancólica y le dice a Pía si se acuerda el día que se conocieron en el chat. Vos eras la hijadelfletero y yo la ratoncitadivina. Quedamos en encontarnos en Bon Street donde yo te iba a llevar el video de Lanús. Ahí estaba Pía evoca la Huesos y esas palabras ese recordatorio que juzgamos inútil y que sin lugar a dudas envejece nuestros catorce años nos da escozor¿por qué los redonditos tenemos ese rememorar emocionado de los borrachos, ese volvernos en el tiempo como si todo los que nos hubiera sucedido desde que nos calzamos la camiseta del Indio fuera irremediablemente trascendental? Los ojos azules de Pía caen en el fondo de la botella de lemonchelo para estudiar cuan largo será el trago que vaciará la botella. Los aires de marcha escocesa, la evocación de la frontera mexicana y el Indio recitando “ almuerzan con la biblia de Hitler” nos da sin dudas aires de intelectualidad, las cuatro nos ponemos tensas de pensamiento. Maite me dice si le voy a devolver los Diarios de Ana Frank. Jackie le dice que para que quiere esa terrible boludez que si quiere leer algo bueno le presta Factotum de Bukoski o la poesía completa de Pizarnik. Desde que empezamos a escuchar los Redondos tambien empezamos a leer, menos la Huesos que no se banca los libros. Tiramos a la mierda los libritos de la colección Inseparables y los de Harry Potter para leer “en serio”. Eso es lo que dice Jackie. Buscamos en la biblioteca de hermanos ,padres y tíos todos los títulos y autores que nos sugieran una relación directa con los Redondos. Hace poco, siguiendo lo que el Indio a vertido en sus reportajes, hemos juntado plata entre Maite y Jackie para comprarnos los cuatro libros de Durrell. Antes lo habiamos hecho con Truman Capote y con Norman Mailer. Con este último nos reclabamos. Es un bodrio total. No se que le verá el Indio. Jackie que fue la que más avanzó con “El fantasma de Harlot” dice que cree que todavía somos chicas para entenderlo. Un día con Maite y con Jackie con quien iba a ser sino le propusimos a la de Literatura si en vez de leer Crónica de una muerte anunciada podíamos hacer nuestro trabajo algún libro de Bukoski. Casi no, nos echó a la mierda. Ya es de noche y no nos hemos movido de la pieza de Maite. Cada una guarda su entrada en el bolsillo más profundo de su humanidad. Esa noche no pude dormir. Pensé miles de veces como sería la salida del Indio al escenario, pensé si yo estaría cerca para verlo bien, me angustia un poco, que como somos cuatro pendejas nos tapen y no nos dejen ver nada. Pero de alguna forma nos vamos a arreglar. Después pensé en los temas que va a tocar el Indio, seguro que toca todos los nuevos, pero de los viejos, que va a tocar? Me muero si toca “Preso en mi ciudad” o “Esa estrella era mi lujo”o “Todo un palo” sería el delirio total. Me levanté más de cuatro veces de la cama. Papá me preguntó si me pasaba algo. Todavía no le dije que tengo entradas para ver al Indio, tengo pensado decirle que vamos a ir con el hermano de Jackie de esa forma no va a tener problemas con dejarme ir. En la noche en vela que pase me imaginé todo, desde la ropa que me voy a poner hasta que voy a hacer si me convidan porro. La remera negra de Oktubre y no fumo, no por ahora, no sé. El momento más feo de la noche fue cuando se me vino a la cabeza todo el asunto de Cromagnon. Veía a todos los pibes muertos por el humo apilados como los judíos en los campos de concentración. Me preguntaba si eso podía volver a repetirse conmigo y mis amigas como protagonistas. Pensar en la inteligencia del Indio me trajo paz. Me dije que si está el Indio solari sobre el escenario eso no pasa. Que eso le pasa a los Callejeros por boludos e inexpertos. No se si está bien lo que pensé pero me sacó el miedo. Como a las cuatro de la mañana, prendí la compu y me fui directo a la página de mundoredondo1. Busqué “La caja de los truenos” y repasé una a una todos los comentarios de los recitales cuando estaba terminando el comentario de River me vino por fin un poco de sueño. Tenía una hora para dormir antes de ir al colegio. En ese ratito que dormité soñé que me subía al escenario y cantaba con el Indio.